miércoles, 25 de enero de 2006

Hombre pescando


Tras el retorno siempre acaba por llegar la hora de subir por otros ríos, de caminar otras playas, de andar otros montes donde el aire sea diferente y la luz cambie nuestra visión de las cosas. El apego al pasado sólo es un eco de lo que fuimos, de lo que nos gustó ser. Y no es algo malo. Pero si aspiramos a la virtud en aquello que hagamos -no a la mera y fútil grandeza- es extremadamente importante saber aceptar el genuino final de las cosas.

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