martes, 13 de noviembre de 2012

ciudad

He olvidado una taza de té por algún lugar de casa, ya aparecerá. Y así va la vida -me digo- posponiendo las cosas hasta que están frías.

Siempre me fascinó el proceso mental del olvido. Es algo que sabes y que, paulatinamente, no sabes. ¿O es brusco? Una niebla mental, borrosa, una idea difuminada. Trato de recordar lo que comí ayer. Lo sé. Y anteayer. Lo sé. Y sigo atrás y hay un punto en el que es como hacerse cosquillas en el cerebro, es confuso. No recuerdo lo que comí hace doce días, ni hace treinta, pero a fin de cuentas yo estaba allí. Y ese es un juego tramposo, tampoco recuerdo muchos nombres de importancia, números o alguna que otra contraseña. Las ideas están y de repente ya no. Punto.

Y zas -magia potagia- he olvidado el sentido de lo que escribía. Hasta es bonito.