jueves, 19 de diciembre de 2019

martes, 17 de diciembre de 2019

lunes, 16 de diciembre de 2019

viernes, 13 de diciembre de 2019

jueves, 12 de diciembre de 2019

miércoles, 11 de diciembre de 2019

martes, 10 de diciembre de 2019

miércoles, 4 de diciembre de 2019

lunes, 2 de diciembre de 2019

viernes, 29 de noviembre de 2019

jueves, 28 de noviembre de 2019

miércoles, 27 de noviembre de 2019

sábado, 23 de noviembre de 2019

jueves, 21 de noviembre de 2019

sábado, 9 de noviembre de 2019

jueves, 31 de octubre de 2019

miércoles, 30 de octubre de 2019

viernes, 25 de octubre de 2019

miércoles, 23 de octubre de 2019

martes, 22 de octubre de 2019

sábado, 19 de octubre de 2019

viernes, 18 de octubre de 2019

jueves, 17 de octubre de 2019

martes, 24 de septiembre de 2019

miércoles, 11 de septiembre de 2019

viernes, 30 de agosto de 2019

...

A veces miro al cielo y me pregunto cómo será el atardecer en algún planeta lejano lejano, en el otro lado de la galaxia. Imagino el color de la luz, las montañas y nubes de gases que no entiendo; entonces añado algún lago, viento, plantas y cualquier cosa que se me ocurra. En ocasiones tormenta pero otras veces tan sólo niebla. Y cuando finalmente cae la noche el silencio enmascara mil cosas que suceden allí lejos. El crujido de la tierra por el calor que se desvanece. El goteo de un manantial. No sé, cosas así.

Otras veces camino por la calle en París, Nueva York, Ordes, Boiro, Miska o donde sea y cuando veo una ventana me pregunto cómo será la historia de esa familia. En qué guerras murieron quiénes. Qué impuestos pagaban. Cómo se llamaban todos los hermanos que nacieron allí. Qué comían. Qué leían. Qué ropa usaban. Qué amigos tenían y en qué colegios, y cuánto medía cada uno, y qué solían llevar en el bolsillo.

Si me gustan los mapas es porque tengo ganas de ir hasta el último de los nombres que salen. No existe uno sólo sin una historia detrás, desde la Bahía Inútil en Chile a Socotra pasando por Cuspedriños Dabaixo. No sólo quiero estar allí sino también saber por qué se llaman así y cómo eran antes y cómo serán en el futuro.

Envidio a la gente a la que sólo le gusta una cosa. A mi me gusta todo. Pasear por el bosque, las calles, estar solo, acompañado, multitudes, amigos, desconocidos, la comida basura, la gastronomía local, el amor, los buenos libros, los malos, la música, el cine, el derecho romano, la Historia de Mongolia, los tratados de dibujo de miniaturas medievales, la poesía, la prosa, el agua mineral, los viajes a la luna, las rocas, el proceso del tetrabrik, el ajedrez, la física, la escalada, el mosto, el teatro, el tente, las máquinas de movimiento infinito, los perros, la numismática.

Así que mañana cumpliré años con esa sensación agridulce de que si bien tengo la suerte de estar en este planeta, también me jode un poco que jamás tendré puta idea de nada y que tarde o temprano me perderé, como poco, el 99’99% de la fiesta que es existir. Pero bueno, llevo ya 45 vueltas al Sol en espiral y un buen tramo de Via Láctea. Ahí está eso, mi 0’01%.

sin título


lunes, 5 de agosto de 2019

París 4

Un día paseando con Coco por los Campos de Marte vi un huevo de pequeño tamaño en la hierba. Pensé que algún turista lo había tirado, solté algún topicazo al respecto y me quedé tan pancho.

Al día siguiente vi otro -huevo- en una calle aleatoria. Joder con los turistas hueveros. Me paré a mirarlo y claramente no era de gallina sino más pequeño. En fin, que nos piramos.

Luego durante toda la semana he visto cáscaras de huevos eclosionados aquí y allá. Cuando uno se fija están por todas partes. Huevo. En cada cañería. Huevo. En cada alero. Huevo. En cada acera. Huevo. París es básicamente un mar de huevos. Mi pregunta es ¿cómo demonios no los había visto antes? Huevo. ¿No son fascinantes los cambios en los mecanismos de percepción subjetiva -valga la redundancia-? huevo, huevo.

Para romper el misterio diré que a las palomas tampoco las traen las cigüeñas.

Huevo.

lunes, 1 de julio de 2019

jueves, 20 de junio de 2019

martes, 18 de junio de 2019

París 3

Caminabas a toda prisa por a Rue Comerce cuando te cruzaste fugazmente con dos señoras. Escuchaste, por el rabillo de la oreja, la siguiente frase dictada con un tono equilibrado de fastidio y sorpresa.

-Je ne comprends pas les hommes!

La imagen de la mujer de pelo blanco agarrada con un punto de desesperación al codo de la amiga -octogenarias ambas- y más blanca que el sulfato de bario te persiguió durante un buen rato. Al menos hasta llegar a la esquina de la Rue Motte Picquet donde había un puente tan bonito que siempre te despistaba de tus cavilaciones varias. Pese a todo fue imposible ignorar a un grupo de franceses espigados que esperaban cabalmente en el semáforo, cada uno de ellos con una barra de pan bajo el brazo. Flotaba una conversación en el aire, como si el tráfico les hubiese interrumpido. Entonces uno sentenció:

-Personne comprend les femmes...

Los demás rieron. Tú te limitaste a andar.

Jung, viejo zorro.

inktober 27


sin título (Venecia, Italia : 2013)


jueves, 13 de junio de 2019