miércoles, 25 de enero de 2006

Chica en un tren


Los trenes que vi en Buenos Aires llevan las ventanillas bajadas, la verdad es que parecen del siglo pasado -y lo son- pero hay que reconocer que la travesía es mucho más agradable cuando te da el viento en la cara. En uno de esos, me senté junto a Benjamín y justo delante estaba ella, su pelo se mecía con la brisa cálida acariciándole las mejillas. No hay nada más impresionante que una perfecta desconocida de espaldas, sin nombre, sin problemas, incluso sin voz o vida o circunstancias. Es la promesa de un mundo infinito donde perderse y encontrarse, una idea en estado puro. Contuve el aliento.

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