sábado, 1 de octubre de 2005

Escuela de pintura


Desde pequeño dibujé bastante bien así sin más. Se puede decir que tenía mano, hacía un macaco y a todos le gustaba. Era algo como natural, como si le pasase a todos. Una línea y ya había algo mirándote. Salía solo. Era casi como verlo delante de mi y descubrirlo a los demás.

Pasaron los años y traté de saber de todo. No hace falta decir que es imposible. Intenté ser músico, deportista, aviador, gourmet, fotógrafo, viajero, amante, arqueólogo, maquetista, jugador, buceador, cuentacuentos, profesor, repartidor de pizzas, guía turístico, vigilante de piscina, coleccionista, escritor y todo lo que se me pasaba por la vista. Sin darme cuenta me había olvidado de lo único que se me daba bien de verdad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantan las fotos. Tienes que rentabilizar ese ingenio así como tu capacidad para captar el momento más sutil, misterioso, cotidiano o extraño de lo que te rodea. Me gusta el hecho de que hayas huído de las típicas fotos del turista convencional con palacetes orientales y mujeres con kimono (como las que encontraste un dia paseando resistiéndote a fotografiar pese al impulso del típico "guiri" que todos llevamos dentro). Además, viendo tus fotos uno se lleva una impresión distinta a la que nos tienen acostumbrados en los medios o en películas como "Lost in Translation", de un Tokio bullicioso, hipertecnológico, digitalizado, luminoso. Todo parece armonioso, sereno, relajante, incluso las fotos panorámicas de la ciudad al atardecer o al anochecer.

Por cierto, qué tal estás? Recuperado del jet-lag?

ramón dijo...

Ani, okis. Tus deseos serán cumplidos :)

ramón dijo...

María: muchas gracias por tu comentario, me parece que diste con mi intención: se puede buscar lo bonito sin caer en lo obvio o en lo típico. Me alegra ver que te gustan.

En cuanto al jet lag, se me pasó pronto. El primer día no tuve nada pero el segundo muy fuerte, y luego media semana de despertarme a las 6. Eso hasta que un día me reventé a nadar y listo, volví al cauce gracias al cansancio acumulado. Echo de menos el arroz, sobre todas las cosas.