viernes, 7 de octubre de 2005

Niña con botella


Leí nosedonde que el Museo Metropolitano de Fotografía de Tokio tenía una cantidad masiva de fotos. Dispuesto a deprimirme -suelen ser demasiado buenas- me acerqué dando un paseo largo bajo un sol de rigor. Llegué cruzando un puente donde vi tirados dos chupetes en distinto lugar, digamos que uno no es nada raro, típico niño que tira el juguete al suelo... pero dos me pareció una curiosa coincidencia. Pensando en eso entré en el museo. La mayor parte estaba cerrado por obras, menuda suerte la mía. Al menos abajo tenían una exposición permanente de la Asociación de Fotógrafos Japoneses que no tenía ni un solo cartel escrito en inglés. Me llevó más de una hora verlas todas, algunas muy buenas, otras peores, casi todas más espectaculares que bonitas.

Salí satisfecho hasta que vi que arriba tenían una exposición temporal de Brassaï, un diablo francés que me jodió la tarde. La mayor parte de sus fotos tenían gente con expresión, mirada, captados en un instante concreto en un pensamiento, en una respiración o un beso imposible de predecir. Algunas eran sencillamente brillantes.

Así que volví en metro a esconderme en el hotel. Menudo fastidio que me dio el tío. Revisé con impaciencia algunas de mis fotos en la pequeña pantalla de mi Canon, gente de espaldas, sitios extraños, curiosidades de turista sorprendido, mucha basura. No tenía ni una simple foto de alguien mirándome.

No hay comentarios: