domingo, 23 de octubre de 2005

Fuente y gato


Creía que me gustaban los gatos hasta que tuvimos a Adorno. Era el siamés más bonito del mundo pero no hacía santo caso el bicho. Un egoísta de campeonato, vamos. Comía lo que quería, no lo que le dabas. Se ponía como un basilisco si le llevabas la contraria y celoso en cuanto no le hacías caso. Cuando estábamos solos en casa, en navidades, se subía al sofá para que lo mimase; cuando había otra gente era como si yo fuese invisible, sin más. Redoblé mis esfuerzos por hacerme con el cariño del gato pero era evidente que era imposible. Adorno vivía sólo para él mismo, yo era como una mesa animada o un aparador diferente. Comía, meaba, dormía y era feliz sin importarle nada más.

Sin embargo siempre pensé que odiaba los perros, hasta la primera vez que fui con Idefix al monte a dar un paseo. Se alejó corriendo por el bosque; silbé y regresó moviendo la cola a mi lado. Subimos callados, como dos amigos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Supongo que como todo en ésta vida no está bien generalizar, a mí (por poner un ejemplo) no me ha ido bien con algunos hombres pero no por eso he dejado de relacionarme con ellos, creo que cada persona es distinta y con los animales pasa exactamente lo mismo, yo soy una gran amante de los animales en especial de los gatos, respeto a todo el mundo incluso a los que no les agradan los felinos pero... decir que son animales egoístas me parece sacado de contexto, en ese caso también conozco algunos perros egoístas pero como decía antes "hay de todo en todas partes, no es bueno generalizar" A los gatos simplemente hay que entenderlos, comprender su psicología y entonces tendrás al amigo mas fiel y sensible que jamás hubieses imaginado.

Saludos
Gateta

ramón dijo...

Pero comprenderlos no hace que me gusten, ese es el punto.


:)

Sara Mansouri "Saroide" dijo...

jejejej, a pesar de que me encantan los gatos, me ha gustado el texto :P. ¡Escribes muy bien!

Te invito a visitar mi blog, a mí también me encanta escribir. s :)