miércoles, 25 de junio de 2014

sin título

Siempre pienso en las máquinas de la felicidad de Ray Bradbury en su libro El Vino del Estío. Un tipo del barrio inventaba una máquina increíble en la que se metían los vecinos y sentían una felicidad absoluta. La gente salía llorando de los cacharros no por la experiencia sino por dejar de tenerla. Así que al final las máquinas de la felicidad en realidad ponían tristes a los que las usaban. Como metáfora de la vida me parece brillante con la salvedad de que nosotros ni siquiera tendremos el placer del disgusto.

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