miércoles, 25 de enero de 2006
sin título
Una tarde cualquiera, Benjamín y yo nos acercamos al Museo de Arte Contemporáneo, en San Telmo. Pasamos por una serie de salas bastante ingratas donde estaban expresadas cosas que yo no entendía, todavía no comprendo esa moda de convertir los museos post-post-modernos en lugares con sonidos desasosegantes que te mantienen en vilo, latidos de corazón, ruido de industria o zumbidos de insectos. Con las luces igual, se trata de que no veas nada, todo pasa rápido -como la vida- y no te enteras. Vivimos, sin duda, en la victoria del desenfoque, del motion blur. Entramos en una sala que se llamaba "dualidades" o algo así y había un sabio con gafas de vegetariano que estaba explicando las fotos -lamentables- a un grupo de conmovidos. Soltaba unas sandeces increíbles, seguro que luego va por ahí diciendo que es ateo o citando a Chomski. Me alivió mucho ver que Benjamín contenía la risa tanto como yo, ¡tuvimos que salir de allí casi corriendo! Como odio a esa gente que ve un Miró y dice "eso lo hago yo" sin tener puta idea de pintar, hice esta foto.
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