Lo más peligroso de Buenos Aires es el tráfico. Simplemente están locos. Los semáforos no dan tiempo a pasar y acabas teniendo que correr por tu vida. Los pasos de peatones son líneas blancas en la calzada sin la menor utilidad. Cuando un coche te encara jamás frena. Tu vida o su parachoques, o ambas cosas. Los taxistas conducen -manejan- rápido y sin temores, raras veces usan intermitente. Y los accidentes -según vi- no son infrecuentes.
Además de eso, existe una guerra no declarada entre taxistas y conductores de colectivos -autobuses-. En la furia de la ciudad normalmente los impactos entre ellos hacen que el taxista lleve las de perder, como es lógico. Uno de los días en los que estuve resultó que un colectivo se estrelló contra un muro, algo insólito. El conductor murió. Primera baja. Aquella mañana los taxistas no podían ocultar su alegría, el enemigo -por fin- mordía el polvo.
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