viernes, 28 de diciembre de 2012

lunes, 17 de diciembre de 2012

viernes, 14 de diciembre de 2012

castillo

Me había olvidado el teléfono en la habitación contigua y sonaba la alarma de las seis y treinta y uno : me levanté entreabriendo los ojos : soñaba algo, eso seguro : apagué el teléfono : meé sentado mirando los pies en la alfombra naranja circular sobre baldosas blancas : fui a la cocina : calenté agua mientras miraba por la ventana del balcón y veía a lo lejos cómo amanecía y las nubes azules y rojas hechas briznas : piiii sonó el microhondas : corté un limón : bostecé : al girarme vi un caracol gigante, como de dos metros, que dormía plácidamente en mi sofá de Ikea : salté del susto : corrí a la cocina y no se me ocurrió otra cosa que agarrar la sartén de hierro forjado : cómo pesa la hija de puta : de una hostia lo reviento -pensé- : pero al salir, ya no estaba : ah, ya sé lo que pasa : tiré la sartén por la ventana y se escuchó el sonido de una explosión y un coche que chocaba violentamente contra una farola : supe que el conductor estaba muerto : ya está bien -me dije- y fui al cuarto, me tumbé en cama, me cubrí con las sábanas negras y la manta nórdica : me desperté con el sonido del reloj, a las seis y treinta de la mañana.

jueves, 13 de diciembre de 2012

martes, 11 de diciembre de 2012

hombres

Hoy caminaba por la calle bajo el puente del tren de la calle 125, esquivando charcos de agua sucia, pensando en la muerte. Giré para subir las escaleras de hierro y miré atrás, una esquina sucia, gente aleatoria, coches, un instante cualquiera en la existencia del universo. Respiré hondo y mientras subía los peldaños no pude evitar sonreir. Cómo me gusta este puto mundo. Todos los instantes tienen algo bonito. Una mirada. Un reflejo. Un sonido. Un eco. Un olor fatuo. Una madera rota. Una pared desconchada. Un cristal liso. Un goteo. Un grito. Una nube silenciosa. Una sospecha.

lunes, 10 de diciembre de 2012

martes, 13 de noviembre de 2012

ciudad

He olvidado una taza de té por algún lugar de casa, ya aparecerá. Y así va la vida -me digo- posponiendo las cosas hasta que están frías.

Siempre me fascinó el proceso mental del olvido. Es algo que sabes y que, paulatinamente, no sabes. ¿O es brusco? Una niebla mental, borrosa, una idea difuminada. Trato de recordar lo que comí ayer. Lo sé. Y anteayer. Lo sé. Y sigo atrás y hay un punto en el que es como hacerse cosquillas en el cerebro, es confuso. No recuerdo lo que comí hace doce días, ni hace treinta, pero a fin de cuentas yo estaba allí. Y ese es un juego tramposo, tampoco recuerdo muchos nombres de importancia, números o alguna que otra contraseña. Las ideas están y de repente ya no. Punto.

Y zas -magia potagia- he olvidado el sentido de lo que escribía. Hasta es bonito.

martes, 30 de octubre de 2012