martes, 30 de noviembre de 2010

sin título



Esto es un lugar al azar en San José.

Si lo pensamos bien la vida es aleatoria. Todos nuestros amigos, novias, compañeros de trabajo y vecinos están ahí por simple coincidencia; no hay nada especial que nos conduzca a ellos. No existen fuerzas invisibles ni el destino ni nada de nada. Uno que se sentó un día a nuestro lado en clase, o aquel que conociste en la cola del cine, o aquella chica que estaba tomando algo en aquel bar al mismo tiempo que tú. Y ya está, así funciona el mundo. Por lo tanto al hacer una foto al azar en un lugar cualquiera en realidad no sé si el que sale ahí será mi mejor amigo o la persona que me mate con su coche verde pistacho. O nadie. Nunca se sabe.

martes, 23 de noviembre de 2010

viernes, 12 de noviembre de 2010

sin título



Sales de casa, cruzas el East Village y llegas a Union Square, coges por los pelos el metro línea 5 o 4 (la RAE ya no deja poner tilde a esa o, era mi tilde favorita) hasta Bowling Green. Diez minutos o algo menos. Sales al parque desde donde ya ves el mar. A tu izquierda está el ferry. Corres porque va salir. Llegas a la rampa, el barco está allí con los motores encendidos. Entras. Tiene un aspecto entre cutre y usado. Mejor no mencionar el estado de los aseos. Son como veinte minutos tristes pasando al lado de la Estatua de la Libertad; alguien saca una foto que no vale para nada. Llegas Staten Island. Bajas con la multitud. Esperas el bus 84 pero resulta que no pasa en domingo. 74 pues. Miras el mapa. Está lejos, muy lejos. No hacen los planos a escala. Manhattan es enano comparado con esta isla que tiene campos de golf, parques, barrios y barrios donde hay mezquitas, judíos e incluso ves una iglesia baptista donde dan misa en mandarín. El 74 es brusco, lleno de personajes. Una mujer negra que grita. Un yankee joven con bastón y pinta de derrotado. Poco a poco se van bajando. Te mareas. Empiezas a pensar en vomitar cuando, de repente, lo ves. Pulsas el botón de parar. Zas. Abajo, junto a un puente y unas casas que no pueden ser más americanas, de madera pintada hace treinta años, banderas en el porche, adornos horteras, un Camaro del 73, un saloon de cerveza con una rubia fumando fuera. Tras las casas, en el canal que se llama Arthur Kill, el cementerio de barcos. Private property. Joder.

viernes, 5 de noviembre de 2010