"Cualquier camino, si se sigue hasta el fin, no conduce exactamente a ningún lugar. Escalad tan sólo un poco la montaña para comprobar si es una montaña. Desde la cima de la montaña, no podréis ver la montaña"
Proverbio Bene Gesserit
Me levanté pronto y en silencio, casi como obligado, sin permitirme ese tiempo ambiguo de penumbra y sábanas que otros disfrutan. Mientras me lavaba la cara notaba los pies descalzos en el suelo frío y pensaba que no estás aquí para cortarme el pelo. Miré por la ventana sólo para confirmar lo que ya oía, asfalto mojado y llovizna tenue.
Me pregunté porqué a veces cuando vemos llover o ante una montaña gigante o frente al mar nos da por pensar en la vida. Imaginé a un homo hábilis en las llanuras pardas africanas sentado junto a un árbol mirando un valle y pensando en su infancia, quizás en cómo corría por la sabana con sus amigos o tal vez recordando melancólicamente alguna triste noche de verano cerca de las playas de cantos rodados del sur. ¿O es algo anterior? ¿Se acongojaría una musaraña ante la visión de un glacial?
Dejé la ventana, necesitaba un café.
Ayer pensé en esta fotografía mientras a medianoche conducía por la M-40 lluvia torrencial luces de colores zumbido del motor música tecno respiración rítmica casi sin pestañeo limpiaparabrisas a tope y una sensación incómoda de que la vida son instantes que pegamos con loctite.
Y así, sin el menor sentido del sentido, avanzaste a trompicones por aquella cuestarriba. No era una montaña, lo era todo.