Según pasa el tiempo, como es inevitable, se desvanece cualquier recuerdo. Siempre nos es imposible imaginar cómo recordaremos algo, pasados los años, o siquiera si no lo olvidaremos por completo. Por eso muchas veces sacamos fotos, traen consigo un sentimiento vívido, un eco del pasado que ya no es y que no volverá a repetirse jamás.
Me gustaría acordarme no de los edificios o el obelisco, ni nada de eso. Las fotos las hice para alguien que me acompañó, para bien o para mal, durante todo el viaje; cuando estaba solo y cuando no, cuando me perdía por los barrios de San Telmo o cuando cenaba sushi en Palermo Viejo. Con el tiempo es de ella de quien me gustaría acordarme al mirar esta foto, de su dulce y alegre sonrisa, y -por qué no- del sonido de su voz al despedirse para siempre, como si nos fuésemos a ver mañana.
2 comentarios:
Gracias Adorno, una vez más.
Tus fotos trajeron a mi memoria gratos momentos.
Ojalá lo fueran también para ti.
Stella
Claro que lo fueron :)
Publicar un comentario