miércoles, 25 de enero de 2006

Edificios


Volviendo de Puerto Madero, con los pies cansados de caminar, decidí tomar un taxi.

-A Posadas y Callao-le dije, intentando que no se me notase el acento para evitar la ya manida conversación.
-¿Sos español? -me contestó mirándome a los ojos por el espejo retrovisor. En esos casos no sabía bien si hablarle a la nuca o al espejo, ambas cosas se me hacían raras.
-Si, gallego -miré por la ventanilla, casi siempre te sientas en el lado derecho del coche, eso impide que veas cómo se pone el sol si estás cerca del río. Sin embargo hay edificios grandes con paredes de espejo, vi un reflejo inmenso.
-¡Pare aquí! -pagué rápido y salí corriendo del taxi, sacando la cámara mientras miraba a ambos lados de la acera buscando un buen sitio, y vi un buzón. Me subí de forma algo patosa, me gustaría escribir que di un salto o algo así pero sería mentira. Desde arriba miré al cielo y sonreí, las puestas de sol son como las cosas de la vida, si se te pasan hay más, pero ya no es la misma.

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