Un día crucé el puente de Puerto Madero al otro lado del canal. A lo lejos parecía que había una especie de feria popular o algo así, anduve hasta allí para ver cómo eran esas fiestas donde todos eran argentinos de verdad, las que no estaban pensadas como una opereta para atraer turistas -me pareció que yo era el único foráneo-. Me llamó la atención la gran diferencia que existía entre la gente de allí y los porteños de Recoleta, parecían personas de distintas épocas, no sé expresarlo. Y aunque todo era mucho más humilde, la ropa, la expresión, incluso los coches -o sobre todo los coches-, la comida y la música, me sorprendió que apenas había mendigos o gente tirada en las aceras. Luego me enteré que sólo abundan realmente en los barrios más ricos, porque el que no tiene mucho no puede dar nada.
miércoles, 25 de enero de 2006
niñas
Un día crucé el puente de Puerto Madero al otro lado del canal. A lo lejos parecía que había una especie de feria popular o algo así, anduve hasta allí para ver cómo eran esas fiestas donde todos eran argentinos de verdad, las que no estaban pensadas como una opereta para atraer turistas -me pareció que yo era el único foráneo-. Me llamó la atención la gran diferencia que existía entre la gente de allí y los porteños de Recoleta, parecían personas de distintas épocas, no sé expresarlo. Y aunque todo era mucho más humilde, la ropa, la expresión, incluso los coches -o sobre todo los coches-, la comida y la música, me sorprendió que apenas había mendigos o gente tirada en las aceras. Luego me enteré que sólo abundan realmente en los barrios más ricos, porque el que no tiene mucho no puede dar nada.
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