jueves, 29 de diciembre de 2005

Jinetes


Los camellos me recordaron a los tauntaun del Imperio Contraataca; no pude enviarlo, imaginar el sable luz colgando de mi cinturón y la pistola láser bien asegurada a mi derecha. Del mismo modo, cuando entré en la pirámide de Keops -la Gran Pirámide, le dicen, no me extraña- intenté olvidar que había más gente en los pasadizos por los que tenías que caminar encorvado hasta llegar a un impresionante ascenso de decenas de metros de largo y muy muy alto. Mientras resoplaba casi podía sentir el látigo colgando de mi cinto y el sombrero de ala ancha sobre mi frente. Entré en la cámara de paredes lisas y había varias personas por allí y un yanqui se había metido en el sarcófago para hacerse con la energía positiva de la pirámide extraterrestre. Eso fue el colmo. Tiré el látigo, me deshice de la pistola y el sombrero, escondí los sables luz y hasta tiré por un agujero las llaves de la nave espacial. Volví a ser yo, pequeñito, sudor en la frente, cámara a un lado, zapatillas manchadas, en el interior de un sepulcro viejo, lejos de casa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Ramón,navegando un poco me acabo de encontrar con este rinconcito tuyo,ya veo que no paras de viajar y después de leerme lo de Japón empiezo a creer que estás "zumbado".
Firmado:Un alumno tuyo.Rubén

ramón dijo...

jejejej :P