domingo, 3 de julio de 2016

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Jugué esta tarde dos partidas de ajedrez contra el Gran Maestro croata Gordan Markotić. En la primera yo era negras, se trató de un gambito de dama no aceptado, tardé mucho en venirme abajo y hasta tuve una combinación poética. El señor me miró y me dijo que jugaba bien así que repetimos. Mucha gente que no sabe de ajedrez no entiende que existe un mundo de psicoanálisis oculto tras cada partida y que el señor Markotić, en el momento de adularme, me aplastó.

Diría de él que no es ordenado aunque paciente, quizás soltero o infiel, seguro, fumador, buen amigo, mal pagador, inmune a los detalles y poco maniático. Parece compasivo pero no lo es, en ocasiones sufre dolores de cabeza, no bebe demasiado y su comida favorita es carne con algo. Camina habitualmente y le gustan las comedias románticas aunque jamás lo admitirá. Es zurdo, sufre alopecia y creo que tiene dos hermanos. No pude averiguar más de él en esas dos partidas de cinco minutos.

Nos vamos a hacer parapente acuático; yo sigo atento.

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