jueves, 29 de diciembre de 2016

NY, 17

En el siglo XVII la zona de Washington Square era una zona pantanosa por la que pasaba un riachuelo llamado Minetta. Muy cerca de él había un poblado indio, Sapokanican, lo cual no hacía mucha gracia a los colonos holandeses que decidieron montar granjas por allí y dárselas a esclavos liberados para que así los negros estuviesen entre ellos y los indios. A esas granjas le llamaron "la tierra de los negros" (land of the blacks).

En 1797 esta zona, que no estaba aún dentro de la ciudad -faltaba para eso- fue comprada por el Common Council de Nueva York con objetivo de montar un cementerio para desgraciados, indigentes, muertos anónimos y afectados por la fiebre amarilla.

Al lado del barranquillo por el que discurría el riachuelo estaba -y sigue ahí- el árbol más antiguo de Nueva York, un olmo al que llaman "el del ahorcado" (Hangman's Elm) que tiene hoy en día aproximadamente 340 años y 33'5 metros de altura. A pesar del nombre no existe ningún registro de ahorcamiento ahí, lo único parecido fue la ejecución de una mujer llamada Rose Butler, en 1820, por pirómana; pero eso sucedió a un centenar de metros del olmo.

En 1825 el cementerio de indeseables se cerró. La zona entró a formar parte de la ciudad y se realizaron obras para aplanarla. Empezaron a construir casas por allí, de las más lujosas, y el lugar se destinó a desfiles militares.

En 1850 se levantó el primer parque y unas décadas después se erigió el famoso arco de la plaza -copia del del Triunfo, en París- para conmemorar la presidencia de Washington. Por esa época Mark Twain solía pasear por ahí. Ya no quedaban restos del arrollo.

La historia posterior del parque es larga y sufrió muchas transformaciones a lo largo del siglo XX. Lo que quedó sin tocar fueron los 20.000 muertos que aún hoy en día están bajo la plaza puesto que nadie se molestó en quitarlos.


Washington Square Park, mirando al sur, 1971
Foto: Chris Stein


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