martes, 9 de febrero de 2016

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Hoy no tengo tiempo de escribir mucho así que esto es más un post-it que otra cosa: Ceci y yo callejeamos por Los Ángeles en un barrio que no está diseñado para paseantes, tranquilo e insípido, casi intranscendente. Encontramos una iglesia de muchas y entramos a ver las cristaleras -bonitas- y unas monjas acabaron enseñándonos un Rembrant -el hijo pródigo- que alguien les había donado. Lo tenían mal colgado en una esquina a la que le daba el sol; el cuadro, fantástico (no podía ser de otra forma). Luego nos encontramos con amigos y nos fuimos al centro a ver algunas localizaciones de Blade Runner y lo pasamos genial pero al volver al motel, aún no sé cómo, acabé ayudando a una loca de Pitsburg a cargar su coche, hablaba sin parar de forma contradictoria y tuve que entrar en su cuarto patas arriba, con un perro extraño, botes de vitaminas, comida china y cajas de libros mientras me hablaba de la superbowl y de un tal Pepe el español pues como todo el mundo sabe todos los paisanos nos conocemos automáticamente.
Pepe, claro; y me fuí.
Ahora Ceci lucha contra el jet lag durmiendo la siesta.

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