miércoles, 25 de julio de 2012

calle

Por fin esta sensación de mochila y sudor y gente por todas partes ajenísima, de otro mundo. Pasa una mosca, pasa un policía, pasa el tiempo tonto cuando dan las diez y Cecilia llega en cincuenta minutos más frontera, que nunca se sabe. Mi falta de emoción habitual se ve sorprendida por una superposición de intensidades y no puedo evitar, escondido, casi imperceptible pero ahí, el echar de menos al Edu de siempre, su barba de dos días y sus sandeces y genialidades. Por los amigos perdidos y ausentes, por los viejos dioses.

(India, septiembre 2011)

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