viernes, 23 de septiembre de 2005
Taxis a la salida de una estación
Entré en una oficina de correos a enviar un paquete para mí mismo en España, la cuenta eran mil cinco yenes. Busqué en el bolsillo y encontré mil quinientos, se los dí al encargado. Cuando él ya había marcado el importe encontré una moneda de cinco yenes, un go con un aro en el centro, se lo enseñé sonriendo para que me diese los quinientos y ya estaba.
Pero el tipo se encogió como en un gesto de impotencia, su plan establecido ya estaba en marcha así que me devolvió cuatrocientos noventa y cinco, tal y como estaba previsto desde un principio. Me saludó con la cabeza. Siguiente.
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