Aún recuerdo el olor de aquel jardín como si estuviese allí. Al pasar por el embarcadero pasé la mano por la baranda y sentí el tacto de la madera de cedro, mentalmente traté de retener aquel instante para los malos tiempos: un día fue verano, a orillas del estanque, eras joven y se escuchaba, por encima del sutil murmullo de las hojas de los árboles, la risa tibia de aquella chica de la sombrilla y el tono de broma del muchacho que remaba, todo esto mientras el sol empezaba a estar bajo. Qué tranquilo y cálido era todo. No siempre va a ser así.
2 comentarios:
De Carmen,
casi me gusta más el texto... o el conjunto, que la imágen... separados no son lo mismo.
Definitivamente este paisaje me hace acordar a la Laguna de Chascomús. Tiene un encanto raro, como de tranquilidad pura melancólica. Siempre que voy me agarran sensaciones como a vos te agarra con los paisajes urbanos. Desde el alojamiento en Chascomus podés ver la naturaleza, pero también hay muchas cosas que no se ven: cuántos bichitos están dando vueltas afuera en el pasto, una cantidad inimaginable. Te hace ponerte a pensar en lo grande de la madre naturaleza!
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