lunes, 2 de junio de 2014

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Después de varios días chocándonos en las puertas musulmanas tratando de entrar en la zona de las mezquitas (conseguimos, eso sí, acceder brevemente a un cementerio musulmán) hoy abren brevemente una puerta y por ahí nos colaremos exactamente a las 7:30 de la mañana. Entraremos pues donde no lo hacen los judíos, entre otras cosas por la remota posibilidad de pisar por descuido una piedra del Segundo Templo, algo que es sagrado para ellos. Yo me mantengo tranquilo ante tanto despliegue de fervor religioso pero ayer cuando una tarada se nos acercó hablándonos de Jesús y sus hazañas no pude contenerme y le dije que dios no existe y que todo es una patraña. Más tarde, por quinta vez, fui al Muro de los Lamentos y estuvimos haciendo fotos cada vez más y más descaradas. Pero ya se hacía tarde y me caían lágrimas de los ojos, de sueño o yo qué sé, así que me volví a nuestro hospicio no fuese a ser que alguien me viese llorando en el muro con la kilpa puesta y llegase a confundirme con uno de ellos, compungidos y arrepentidos (algunos hasta van a lamentarse con el subfusil a la espalda; no es coña y por supuesto hay pruebas fotográficas); y el Papa por fin se ha ido. Y los niños palestinos en un ciber jugando al counterstrike (un juego en el que, entre otras cosas, eres terrorista y pones bombas o capturas rehenes). Y a pesar de todo reina la tranquilidad absoluta.

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