miércoles, 7 de diciembre de 2005

Bilbao - Barakaldo



Hasta que no estás en un verdadero tumulto de masas no te das cuenta de lo que es correr por un pabellón con una silla en alto junto a tres mil personas dispuestas a destrozarlo todo con tal de que el DJ apague la música de una santa vez. Sientes emoción, miedo y tu personalidad sensata se ve sustituída por una voz implacable que te dice -te dicta- que tienes que gritar hasta perder el alma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eso que pasó fue una auténtica vergüenza y un insulto a las raices de la Euskal.