martes, 16 de mayo de 2006
Mujer en una puerta
Siempre mirabas todo como un juego en el que no se podía ganar ni perder ni nada de nada porque así eran las cosas uno mas entre muchos de los que salían temprano y miraban el ciento cuatro de la puerta y se preguntaban qué escondía y en realidad daba igual cruzabas la arcada de columnas alargadas mirando para aquella entrada o salida que dependía de la dirección en la que fueses y llegabas al paseo y te ibas caminando un día a un lado otro a otro perdiéndola de vista no para siempre pero casi y siempre igual hasta que una vez sin querer por casualidad miraste de nuevo y se abrió misteriosamente un trozo de la puerta que no debía y de la oscuridad impenetrable surgió ella que asomó la cabeza y te miró y te sentiste como si llevase allí años esperando no sabías qué y tras eso sin mediar palabra cerró la puerta y desapareció esa vez si para siempre jamás y te fuiste pensando en ello como una función de títeres que se asoman a un hueco oscuro y se hablan entre si moviendo las manos y haciéndote reír entre dientes hasta que uno muere y te da pena y te fuiste de allí con la certeza de que todo debería ser diferente porque ibas por la vida así como si los demás supiesen de qué hablabas o dónde te escondías cuando en realidad no era así nadie lo sabía porque no dejabas entrar no se podía te decías pero no era cierto no era una puerta ni una ventana lo que necesitabas era dejar que alguien se asomase como ella y mirase sin más pero te daba miedo que te viese allí y descubriese que en realidad nada era lo que parecía y como el mago de oz eras un tipo bajito y simpático que se escondía tras la apariencia de un mago poderoso y cruel
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3 comentarios:
Ramón:
Hay personas que te miran y te ven, no tienes nada que temer.
De magos? no entiendo nada, no vi el Mago de Oz y no pienso por ello flagelarme como el monje Silas en la película que tanto te gustó,que seguro quieres ir a verla de vuelta,no?
N.
Odio esa película :P
¿Cuál película odias? O_o
Me perdí... para variar :P.
Por cierto, tu texto me ha recordado mucho a Saramago.
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