martes, 29 de noviembre de 2016

NY, 4

Thomas Edison presentó su famosa lámpara en la Exposición Mundial de París en 1881. Aunque se trataba de un invento increíble en realidad tenía algunos problemas serios pues funcionaba con corriente continua que resultaba muy cara de transportar y era bastante peligrosa.

La primera central termoeléctrica de la Historia estaba situada en Pearl Street -al sur de Manhattan- en Nueva York. Empezó a funcionar en septiembre de 1882 y su dueño era, por supuesto, el señor Edison. Además de generar electricidad de corriente continua (usando carbón) para los primeros 82 clientes aventureros que usaban bombillas, también distribuía vapor a los edificios cercanos (bajo el nombre de New York Steam Company). Esto se llamó "cogeneración" que era, básicamente, un sistema que producía a la vez dos resultados: energía eléctrica y térmica.

En 1886 el señor Edison dejaría de dormir tranquilo pues le surgió la competencia con la fundación de la Westinghouse Electric que para más inri estaba basada en los descubrimientos de su archienemigo Nikola Tesla, defensor de la electricidad de corriente alterna, barata de transportar y poco peligrosa.

Como era de esperar la central de Thomas Edison en Pearl Street ardió en 1890. Inmensa incluso para la época, no hubo forma de apagar el incendio. Tras el revés había que desprestigiar a la competencia por lo que el señor Edison se decidió a probar que las ideas de Tesla también eran peligrosas. Para tal efecto inventó una silla eléctrica de corriente alterna y electrocutó a decenas de perros, gatos y hasta una elefante llamada Topsy de un circo newyorquino de Coney Island, lo cual fue filmado en 1903. El señor Tesla respondió exponiéndose a una corriente alterna dejando que ésta le atravesara sin hacerle el menor daño, así puso fin a la disputa. Poco después la compañía eléctrica de las cataratas del Niágara (cuyas instalaciones en ruinas aún se pueden ver junto a la caída de agua) se decantó por la corriente alterna (que ahora se usa en todo el mundo).

A pesar de su derrota la idea de cogeneración de Edison había funcionado bien en Nueva York y se siguió usando. La New York Steam Company cambió su nombre por Con Edison y siguió ofreciendo vapor. Hoy en día es la calefacción urbana más grande del mundo con la que se genera energía, se calienta, se enfría, se limpia e incluso se desinfecta la ciudad. Es un sistema un 30% más eficiente que los de otras urbes y reduce mucho la emisión de contaminantes y carbono. Las típicas típicas nubes de vapor que se ven en Manhattan saliendo de las alcantarillas no son fugas del sistema -como mucha gente piensa- sino simple condensación de aguas externas que se evaporan a saco al tocar las tuberías calentísimas.

Todo fantástico pero de vez en cuando hay accidentes porque esos 160 kilómetros de tuberías tienen casi cien años de antigüedad y no han sido renovadas. La gorda fue en 2007 cuando hubo una explosión bestial de vapor cerca de Grand Central en hora punta. El bombazo de agua hirviendo llegó a 320 metros de altura, es decir, tan alto como el edificio Chrysler. Se saldó con 45 heridos y una mujer de Nueva Jersey muerta. 51 años, del susto, un ataque al corazón.


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