Alguien me preguntó qué tuvo que ver Napoleón con los lápices así que escribiré una nota rápida al respecto: es erróneo decir que Bonaparte en persona tuvo que ver con esto, es más una licencia poética histórica. Son contemporáneos de él, incluso amigos, los que sí tuvieron parte en el pastel. Para hacer justicia explicaré un poco el asunto muy por encima.
Hasta finales del siglo XVIII los lápices estaban hechos de grafito puro, no eran tal y como los conocemos nosotros. La única fuente de grafito del mundo capaz de hacer instrumentos de una pieza estaba en Inglaterra, en la región de Cumbria, en una meseta rocosa llamada Grey Knotts. En el siglo XVI unos inmigrantes alemanes habían establecido una mina allí y con el tiempo el lápiz de Keswick empezó a ser un objeto extraordinariamente valorado en Europa.
La historia del lápiz moderno empezó a gestarse cuando los franceses ejecutaron a Luis XVI en 1793. Este hecho desencadenó una larga lista de guerras y coaliciones europeas que a su vez llevaron a un bloqueo al que Inglaterra sometió a Francia (y España y colonias). Por favor, no se confunda este bloqueo con el que Napoleón trató de imponer a Inglaterra en 1806, no es el mismo sino casi lo contrario; aquí era Inglaterra la que castigaba a la Francia revolucionaria con una desconexión. A causa de dicho bloqueo Francia se quedó sin muchos bienes, entre ellos los lápices de Keswick. Este hecho puede parecer menor mezclado con eventos de vida o muerte pero resultaba una molestia más y fue un miembro del Comité de la Salud Pública, el prolijo señor Lazare Carnot (padre de Sadi Carnot, creador de la Segunda Ley de Termodinámica) el que encargó al inventor Nicolas-Jacques Conté que solucionase el drama. Conté, que además era militar y en el futuro sería admirado por Napoleón debido a sus pruebas aerostáticas en Egipto durante la famosa expedición, inventó en 1795 el lápiz tal y como lo conocemos: se le ocurrió mezclar grafito en polvo (de mala calidad, que se podía obtener casi en cualquier sitio) con arcilla. Dependiendo de la relación de arcilla y grafito se obtenía más dureza o menos. Todo ello cocido en un horno y metido dentro de dos semicilindros de madera pegados.
Me habían dicho que Conté no había registrado el invento debido a sus ideas revolucionarias de universalidad pero hace poco me encontré con un dibujo de su patente. En cualquier caso no la disfrutó mucho pues murió diez años después, la misma semana -esta vez si- en la que Napoleón ganó la batalla de Austerlitz (y poco después de que 26000 personas muriesen en un terremoto en Nápoles, pero así ha sido siempre la Historia).
Hasta finales del siglo XVIII los lápices estaban hechos de grafito puro, no eran tal y como los conocemos nosotros. La única fuente de grafito del mundo capaz de hacer instrumentos de una pieza estaba en Inglaterra, en la región de Cumbria, en una meseta rocosa llamada Grey Knotts. En el siglo XVI unos inmigrantes alemanes habían establecido una mina allí y con el tiempo el lápiz de Keswick empezó a ser un objeto extraordinariamente valorado en Europa.
La historia del lápiz moderno empezó a gestarse cuando los franceses ejecutaron a Luis XVI en 1793. Este hecho desencadenó una larga lista de guerras y coaliciones europeas que a su vez llevaron a un bloqueo al que Inglaterra sometió a Francia (y España y colonias). Por favor, no se confunda este bloqueo con el que Napoleón trató de imponer a Inglaterra en 1806, no es el mismo sino casi lo contrario; aquí era Inglaterra la que castigaba a la Francia revolucionaria con una desconexión. A causa de dicho bloqueo Francia se quedó sin muchos bienes, entre ellos los lápices de Keswick. Este hecho puede parecer menor mezclado con eventos de vida o muerte pero resultaba una molestia más y fue un miembro del Comité de la Salud Pública, el prolijo señor Lazare Carnot (padre de Sadi Carnot, creador de la Segunda Ley de Termodinámica) el que encargó al inventor Nicolas-Jacques Conté que solucionase el drama. Conté, que además era militar y en el futuro sería admirado por Napoleón debido a sus pruebas aerostáticas en Egipto durante la famosa expedición, inventó en 1795 el lápiz tal y como lo conocemos: se le ocurrió mezclar grafito en polvo (de mala calidad, que se podía obtener casi en cualquier sitio) con arcilla. Dependiendo de la relación de arcilla y grafito se obtenía más dureza o menos. Todo ello cocido en un horno y metido dentro de dos semicilindros de madera pegados.
Me habían dicho que Conté no había registrado el invento debido a sus ideas revolucionarias de universalidad pero hace poco me encontré con un dibujo de su patente. En cualquier caso no la disfrutó mucho pues murió diez años después, la misma semana -esta vez si- en la que Napoleón ganó la batalla de Austerlitz (y poco después de que 26000 personas muriesen en un terremoto en Nápoles, pero así ha sido siempre la Historia).
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