lunes, 18 de abril de 2016

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Como muchos viajes éste termina en un aeropuerto. Café terrible, aire acondicionado a tope, moqueta, asientos duros y tax free donde nadie cabal compra nada. Hay voces ininteligibles en megafonía, colas largas de viajeros bostezantes y asistentes de vuelo pero bajo el sueño y el tedio hay viajes a Panamá, a Nueva York, a París, a Israel, quién sabe si a Malasia o algún lugar remoto de Australia. Miles de historias por venir. Por eso siempre que cojo un avión me dan envidia los del embarque de al lado, sea cual sea su destino (y el mío).

No me toca ventanilla.

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