Como muchos viajes éste termina en un aeropuerto. Café terrible, aire acondicionado a tope, moqueta, asientos duros y tax free
donde nadie cabal compra nada. Hay voces ininteligibles en megafonía,
colas largas de viajeros bostezantes y asistentes de vuelo pero bajo el
sueño y el tedio hay viajes a Panamá, a Nueva York, a París, a Israel,
quién sabe si a Malasia o algún lugar remoto de Australia. Miles de
historias por venir. Por eso siempre que cojo un avión me dan envidia
los del embarque de al lado, sea cual sea su destino (y el mío).
No me toca ventanilla.
No me toca ventanilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario