Por fin esta sensación de mochila y sudor y gente por todas partes
ajenísima, de otro mundo. Pasa una mosca, pasa un policía, pasa el
tiempo tonto cuando dan las diez y Cecilia llega en cincuenta minutos
más frontera, que nunca se sabe. Mi falta de emoción habitual se ve
sorprendida por una superposición de intensidades y no puedo evitar,
escondido, casi imperceptible pero ahí, el echar de menos al Edu de
siempre, su barba de dos días y sus sandeces y genialidades. Por los
amigos perdidos y ausentes, por los viejos dioses.
(India, septiembre 2011)
(India, septiembre 2011)
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