domingo, 9 de octubre de 2016

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Hoy en Moscú te comiste una ensalada rusa. Te pareció mejor que las versiones no originales porque le ponen pepinillo y cambia el sabor sutilmente. Mientras la disfrutabas pensaste en las vueltas que tuvo que dar el mundo para que algo tan aparentemente simple llegase a existir. Tu mente se fue bastante lejos.

Como bien sabemos los vikingos suecos se dedicaron a dar por saco en el siglo IX, lo que en Historia eurocentrista se denominan Segundas Invasiones (las primeras fueron las sufridas por el Imperio Romano, se supone). Estos vikingos se llamaban varegos y fueron a muchos sitios, entre ellos las vastas tierras del este de Europa habitadas por antiguas tribus eslavas. Dichas tribus, como es normal, temían las incursiones vikingas y a estos gañanes saqueadores les llamaban "rus".

Un buen día los rus decidieron quedarse. Según la leyenda, cuatro de ellos (Kyi, Shchek y Joryv, junto a su hermana Lýbid, todos impronunciables) fundaron una ciudad a la que llamaron Kyiv por el primero de ellos -la actual Kiev-. A los territorios de alrededor se les empezó a llamar "tierras de los rus" o, para abreviar, rusiny, rusichi, rusia.

La patata la trajimos los españoles de Sudamérica y se generalizó en Rusia a finales del siglo XVI.

El guisante es una planta mediterránea que empezó a cultivarse en el 7800 a.C.

El huevo lo comen los humanos desde siempre aunque los primeros registros de cocidos aparecen en textos bíblicos.

La mayonesa procede de Mahón, en Menorca. En 1756 los franceses, liderados por el Duque de Richelieu, atacaron una fortaleza inglesa en la isla. Durante el episodio bélico tuvieron oportunidad de probar una salsa de huevo con ajo que se había inventado un tabernero español. Les encantó y copiaron la receta quitándole el ajo. La llamaron "salsa de Mahón" o mayonesa.

El pepino empezó a encurtirse en Mesopotamia, más o menos en el 2.500 a.C. A Rusia puede que lo llevasen los judíos o los cruzados, no estás seguro.

Finalmente en 1864 un cocinero ruso de origen franco-belga llamado Lucien Olivier, abrió en Moscú el restaurante Hermitage. Sería este señor el que haría popular su receta de ensalada con todo mezclado, herencia vikinga, mesopotámica, menorquí, mediterránea, sudamericana, bíblica y un poquito de carne. Era la delicia culinaria moscovita hasta la Revolución Rusa en 1917. En ese momento muchos exiliados, sin pretenderlo, expandirían la susodicha ensalada Oliver (o rusa) por todo el planeta.

En fin, que te acabaste la comida y te fuiste de paseo.

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