-Durante un instante tuve la tentación de descubrir qué pasa si haces caso a pies juntillas a todo el spam que te llega. Miré la carpeta donde se almacena y resulta que tengo unos treinta o cuarenta correos de supuestas mujeres francesas que me adoran y quieren acostarse conmigo, "Je suis dispo cette semaine", "J'adore ta photo !", "Tu me fais trop craquer et ...". Luego una compañía cosmética me ofrece un regalo de $400 de bienvenida que podría recoger, Autobiz vende mi coche en menos de una hora, Evo me da una tarjeta con 5000€ de crédito sin recargos, Horton me ofrece un trabajo donde no tengo que hacer nada y me pagan 70.000 al año, Wonderbox ofrece (en francés) algo que no entiendo al 16% de descuento, otros me venden vino un 30% más barato, me ofrecen una dieta super popular, una reforma de la casa, 5 regalos por una sola compra, medicinas a precio canadiense, los secretos del aceite de coco o hierbas que disparan mi testosterona un 40%, incluso tengo un correo de Unicef para que les pague nosequé o uno de Nancy Sellers que es una experta en reorientar carreras profesionales truncadas.
No sé, algo me dice que si juego a eso jamás conocería a Julie, Jenny, Rose, Fabienne o Zoé (o pagaría por ello). Perdería la casa y el coche. La tarjeta de crédito jamás llegaría y ya podría esperar sentado mis regalos, premios y todas esas maravillas al alcance de la mano. Si insistiese mucho mucho quizás conseguiría un cupón descuento, un bote de ibuprofenos llegados de Vancouver o acabar en la comisaría de policía más cercana por un arranque nervioso episódico. Ya no suena tan bien.
-El sábado fuimos a ver el partido entre el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona. El partido estaba empatado y en el último minuto va Messi y mete un gol. El bar (que era una peña barcelonista) por poco se viene abajo. Gritos, alaridos, risas, abrazos, cánticos. Fiesta total. Un par de minutos más tarde estamos pagando y escucho a dos yankees detrás de mi, uno le pregunta a otro (en inglés): "oye, ¿cómo han quedado al final?".
-Caminando por Midtown nos paramos en un semáforo. Se me acerca una chica y me pide que por favor le haga un cumplido. Le digo que no soy muy bueno con eso. Insiste por favor. Le digo que tiene unos zapatos bonitos. Da las gracias y se marcha.
No sé, algo me dice que si juego a eso jamás conocería a Julie, Jenny, Rose, Fabienne o Zoé (o pagaría por ello). Perdería la casa y el coche. La tarjeta de crédito jamás llegaría y ya podría esperar sentado mis regalos, premios y todas esas maravillas al alcance de la mano. Si insistiese mucho mucho quizás conseguiría un cupón descuento, un bote de ibuprofenos llegados de Vancouver o acabar en la comisaría de policía más cercana por un arranque nervioso episódico. Ya no suena tan bien.
-El sábado fuimos a ver el partido entre el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona. El partido estaba empatado y en el último minuto va Messi y mete un gol. El bar (que era una peña barcelonista) por poco se viene abajo. Gritos, alaridos, risas, abrazos, cánticos. Fiesta total. Un par de minutos más tarde estamos pagando y escucho a dos yankees detrás de mi, uno le pregunta a otro (en inglés): "oye, ¿cómo han quedado al final?".
-Caminando por Midtown nos paramos en un semáforo. Se me acerca una chica y me pide que por favor le haga un cumplido. Le digo que no soy muy bueno con eso. Insiste por favor. Le digo que tiene unos zapatos bonitos. Da las gracias y se marcha.
1 comentario:
Qué bueno que volviste a escribir.
Espero que ayer no hayas cogido un resfriado.
Las policías, que bueno que pueden divertirse.
En los escaparates no hay nada pero seguro que hay cajas de seguridad.
Los span son insufribles, todo un engaño.
Te tengas un lindo viernes.
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