-Ayer pasé por la calle 47 donde los judíos venden diamantes. Ninguna de las tiendas se molesta en poner una reja metálica o algo así porque no dejan una sola piedra preciosa o joya en los escaparates. Sólo se ve fieltro negro y algún busto desnudo. A pesar de ello había un coche policía allí parado -lo veo siempre en el mismo sitio- y dentro había dos mujeres policía que estaban cagándose de la risa por algo. Una daba golpes al volante de tanto reir y según me alejaba por la calle vacía sólo se escuchaban sus carcajadas a pleno pulmón. Intenté contenerme pero no pude evitar sonreir.
-Juan Carlos y yo salimos del tren y entonces me desoriento y me voy en la dirección que no es. Él me llama y caminamos juntos hasta Grand Central en medio de un río de gente. Un tipo se ha detenido y molesta bastante a la multitud, según le adelantamos veo que se ha parado a jugar con su Nintendo.
-En la Avenida Madison por la noche una mujer sin techo está sentada en un portal. Hace bastante calor y ella ha puesto una sábana en el suelo para dormir allí. Me mira a los ojos.
-A pocos metros, un chico camina en mi dirección y baila como un poco loco pero no lleva auriculares.
-Ayer en el estudio fui al baño y alguien estaba viendo la CNN en la taza de al lado. Escuché las noticias sobre Siria.
-En el vestuario de la piscina hay dos chicos portorriqueños que hablan en español pensando que nadie les entiende. Ayer uno contaba un lío de fin de semana con otro tipo que al parecer "le llegaba a la rodilla" (palabras literales).
-Al entrar en el recinto de la piscina resultó que no había nadie. Miré los rascacielos por la ventana, estiré y salté al agua. Entonces comprendí el motivo de aquella repentina soledad, habían apagado la climatización y el agua estaba congelada. Tuve un recuerdo inmediato de aquellas mañanas en Galicia en la playa cagados de frío y muertos de risa (como las policías). La morriña aguantó 23 minutos.
-Juan Carlos y yo salimos del tren y entonces me desoriento y me voy en la dirección que no es. Él me llama y caminamos juntos hasta Grand Central en medio de un río de gente. Un tipo se ha detenido y molesta bastante a la multitud, según le adelantamos veo que se ha parado a jugar con su Nintendo.
-En la Avenida Madison por la noche una mujer sin techo está sentada en un portal. Hace bastante calor y ella ha puesto una sábana en el suelo para dormir allí. Me mira a los ojos.
-A pocos metros, un chico camina en mi dirección y baila como un poco loco pero no lleva auriculares.
-Ayer en el estudio fui al baño y alguien estaba viendo la CNN en la taza de al lado. Escuché las noticias sobre Siria.
-En el vestuario de la piscina hay dos chicos portorriqueños que hablan en español pensando que nadie les entiende. Ayer uno contaba un lío de fin de semana con otro tipo que al parecer "le llegaba a la rodilla" (palabras literales).
-Al entrar en el recinto de la piscina resultó que no había nadie. Miré los rascacielos por la ventana, estiré y salté al agua. Entonces comprendí el motivo de aquella repentina soledad, habían apagado la climatización y el agua estaba congelada. Tuve un recuerdo inmediato de aquellas mañanas en Galicia en la playa cagados de frío y muertos de risa (como las policías). La morriña aguantó 23 minutos.
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