Aquel día al salir del trabajo viste un cielo oscuro de nubarrones de
invierno y tras él apenas se intuía un azul turquesa ultramarino yves
klein brillante. Y si girabas la vista y entrecerrabas los ojos veías
naranja, púrpura, rojo apagado; arriba los nimbos grises casi negros
resplandecían por la luna que asomaba de poco en poco en pestañeos
centelleantes.
Tenías los pies congelados.
Trataste de memorizar aquel instante rodeado de bosques allí en Connecticut a miles de millas de casa, el aire cortante, el cielo inmenso, la noche, restos de granizo, charcos, tierra mojada, sal, gafas sucias, barba de tres semanas y los cordones de la zapatilla derecha desatados. Luego te subiste al bus.
Tenías los pies congelados.
Trataste de memorizar aquel instante rodeado de bosques allí en Connecticut a miles de millas de casa, el aire cortante, el cielo inmenso, la noche, restos de granizo, charcos, tierra mojada, sal, gafas sucias, barba de tres semanas y los cordones de la zapatilla derecha desatados. Luego te subiste al bus.
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