Hace unos días empecé un ejercicio fotográfico cuyo objetivo es
practicar la paciencia y capacidad de seguimiento. Por este motivo eligí
al azar a una señora cualquiera en una cafetería de una esquina de
Madison Av. y me fijé en ella.
Pasaron tres o cuatro días, quizás una semana, y la volví a ver. Era más o menos la misma hora, minuto arriba o abajo, y eso confirmó mi teoría de que en realidad no estamos rodeados de extraños distintos en cada momento sino que existen ciclos invisibles que, como los planetas, nos hacen pasar cerca cada equis tiempo, nos eclipsan, nos alinean, pero jamás colisionan y no sabes que están ahí.
Pasaron tres o cuatro días, quizás una semana, y la volví a ver. Era más o menos la misma hora, minuto arriba o abajo, y eso confirmó mi teoría de que en realidad no estamos rodeados de extraños distintos en cada momento sino que existen ciclos invisibles que, como los planetas, nos hacen pasar cerca cada equis tiempo, nos eclipsan, nos alinean, pero jamás colisionan y no sabes que están ahí.
Desvelada su órbita, le puse un nombre, pues ese es el principio formal
de todas las cosas y me gusta hacer las cosas bien. Le llamamos Norma, y
digo llamamos porque Ceci y Verónica opinaron cuando les describí a una
mujer de mediaba edad, seria, melena corta, en un rango etario que
depende del día te da aspecto de señora o no. Se barajaron varios
nombres pero ese me gustó.
La regla para fotografiar a Norma es muy sencilla. El experimento se acaba si ella una sóla vez sospecha de mi existencia o me ve hacerle una foto. No se trata de molestar a nadie, no hace falta aclararlo. Mi perfil bajo me da ventajas abismales en estos temas, soy un tipo común con gafas, ni alto ni bajo, ni gordo ni flaco.
Practiqué pues unos días antes en la cafetería para medir distancias y luz, durante el fin de semana, cuando las órbitas están bien lejos. Medí las isos que necesito al pasar caminando con un 40mm 2.8 y mi cámara Canon 5D Mark II.
La primera foto la hice el lunes. Como imaginaba, ella estaba allí sentada, desayunando con mirada pensativa y seria frente al ventanal. Salió mal. Medí corto, a pesar de mis precauciones. Se ve de ella un borrón de color.
El martes llovía y salió mejor. Mal, pero mejor. Insuficiente.
El miércoles no estaba. Nota mental, ese día pasa algo.
Hoy le saqué una foto de espaldas, mientras se sentaba. Parecía cansada y aún es jueves.
La regla para fotografiar a Norma es muy sencilla. El experimento se acaba si ella una sóla vez sospecha de mi existencia o me ve hacerle una foto. No se trata de molestar a nadie, no hace falta aclararlo. Mi perfil bajo me da ventajas abismales en estos temas, soy un tipo común con gafas, ni alto ni bajo, ni gordo ni flaco.
Practiqué pues unos días antes en la cafetería para medir distancias y luz, durante el fin de semana, cuando las órbitas están bien lejos. Medí las isos que necesito al pasar caminando con un 40mm 2.8 y mi cámara Canon 5D Mark II.
La primera foto la hice el lunes. Como imaginaba, ella estaba allí sentada, desayunando con mirada pensativa y seria frente al ventanal. Salió mal. Medí corto, a pesar de mis precauciones. Se ve de ella un borrón de color.
El martes llovía y salió mejor. Mal, pero mejor. Insuficiente.
El miércoles no estaba. Nota mental, ese día pasa algo.
Hoy le saqué una foto de espaldas, mientras se sentaba. Parecía cansada y aún es jueves.
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