miércoles, 8 de julio de 2009

sin título



Cuando era pequeño un día entré en la habitación de mi hermana mientras ella estaba en el colegio. Sobre la cama, planchada, había ropa. Nunca había tocado prendas de chica así que estuve curioseando cómo eran unos pantys -como unos calcetines largos que venían unidos, qué cosa más tonta-, los vestidos -pantalones con un sólo agujero por el que seguro entraría frío- y las bragas -calzoncillos raros-. Me probé una falda a ver qué tal me sentaba. Me miré al espejo y me vi ridículo. Esto no es lo mío, pensé.

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