domingo, 15 de marzo de 2009

Niños jugando en la nieve




Me pregunto cuánto tiempo se puede durar en esta postadolescencia eterna, llevando la vida como un juego continuo en el que nada duele, nada importa, nada tiene consecuencias, ni deja huella, no existe el tedio o el aburrimiento porque la cosa más tonta como una hoja de un árbol al caer ya te mantiene distraído en tu mundo, tu micromundo, ese al que nunca, bajo ninguna circunstancia y en ningún caso, dejas pasar a nadie.

2 comentarios:

edu dijo...

yo creo Ramón que todos los muros tienen grietas en algún momento...

Anónimo dijo...

dejar pasar a alguien significa volvernos vulnerables, quizás la clave esté en abrir la puerta de nuestro mundo íntimo a aquella persona confiable, aquella con la que podemos ser vulnerable sin temor.

N.