sábado, 21 de marzo de 2009

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Viernes por fin, malditos sean los demonios.



Al llegar a casa me puse a ordenar libros. Y allí, perdida, encontré mi libreta negra, la mismísima en la que escribía hace años -la primera hoja es del viaje a Grecia, el 24 de octubre del año 2000- sobre todo cuando estaba enamorado -bueno, encaprichado- de Valeria.

Abrí por el medio, al azar:

(escrito en mayúsculas, sin comas, muy pegado todo en plan Seven)

"puede que creas que la vida es injusta y encima y digo encima puede que no te equivoques y eso tiene tilde pero no viene a cuento a lo que me refiero es que efectivamente lo es pero es muy agradable caminar por la montaña contigo detrás criticando al planeta y tus exnovios a tu vida sedentaria del mercado laboral la cuestion de prioridades y el gobierno del pp la actitud de los perros pequeños y las campanas de las tres"

Salto unos cuantos años adelante

(escrito normal, lado izquierdo de la libreta, resto en blanco)

"Vuelvo de Bilbao con el pecho reventado y el estómago revuelto. Hoy -recuerda- sufriste como un cabrón en el coche esperando un gesto de indulgencia que nunca llegó."

Otro salto:

"Ya es noche cerrada. Estoy sentado en un banco de un parque, escribo a la luz de una farola. Huele a verde y a la madera del banco, hace un poco de frío. La sombra del bolígrafo se junta con él mismo y parece que son dos los que escriben, yo y mi otro yo. Me pongo a pensar en lo absurdo de esta tontería y qué cosas importan y cuáles no. Casi todos los días lo hago. Veo algo que me gusta y no puedo impedir una leve sensación mohína que me dicta que, finalmente, todo es en vano. Eso por una parte me quita y por otra me da ganas de todo, es a la vez un desenfreno y un retén, el motivo secreto de todas las cosas."



Me voy corriendo al cine.

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