Hoy nos hicieron una revisión médica. Entré muerto de frío en el autobús y, como si fuese un autómata, me dejé pesar, me sacaron sangre y di mi botecito de orina. La médico me dijo que me quitase la chaqueta mientras hablaba de lo mucho que le gustaba el frío. Me tocó la espalda -con sus manos congeladas- como si fuese un saco de huesos y luego anotó algo en su libreta secreta. Me miró a los ojos y me dijo con una sonrisa -también fría-, cariño, todo está bien.
Me fui.
1 comentario:
Muy interesante el contraste entre la imagen de una mujer abrigando a un niño y el relato en donde te quitaste la chaqueta , y unas manos frías sobre tu espalda y su sonrisa al parecer también fría.
No solo los niños y niñas necesitan abrigo, todos necesitamos abrigo y calor en un mundo que paradógicamente se recalienta pero es cada vez más frío.
N.
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