Si uno se da un paseo por la ciudad y llega al puente de Williamsburg verá que, si se asoma mirando abajo, hay una especie de brazo de tierra que hace esquina con el East River y un parque.
Ese cabo insignificante en la isla de Manhattan era donde vivían, siglos atrás, los miembros de la tribu india de los carnasee, en concreto un grupo llamado marechawik. Habitaban entre ahí y Brooklyn, pescando en las islas y atravesando en canoa de un lado a otro. La orilla, por aquel entonces, era un pantano arenoso que resultaba perfecto para la navegación y amarre de embarcaciones pequeñas.
El tiempo pasó y como ya sabemos por desgracia los indios no duraron mucho. Poco antes del año 1640 el área fue comprada por un holandés llamado Jacobus Van Corlaer que algo después la vendió a William Beekman. No sólo se trataba de la costa sino de unas colinas suaves que la rodeaban. Con los británicos el cabo se llamó oficialmente Crown Point pero entre los locales se le solía llamar por su primer colono, es decir, "Corlaer" que, al tratarse de un nombre holandés, no tardó en ser pronunciado a la inglesa como "Corlears". Así acabó siendo "Corlear’s Hook", que aunque "hook" literalmente significa "anzuelo" es un topónimo común que se refiere a algo curvo, una esquina de terreno, un cabo o una lengua de tierra que penetra en el mar.
En el siglo XVIII se instaló un astillero en la zona y un ferry, favorecido por el fondo arenoso, y empezó a llenarse aquello de marineros, carpinteros y constructores de barcos, aparte de inmigrantes irlandeses recién llegados. Con ellos empezaron a abrirse tabernas, tascas y burdeles de todo tipo y especie. En 1776, durante la fallida batalla de Brooklyn, en Corlear's Hook se levantaron barricadas que ayudaron a batirse en retirada al ejército de George Washington. En el siglo XIX ya se habían nivelado las colinas y todo el barrio era un arrabal de mala muerte muy peligroso.
Para acortar, los newyorkinos empezaron a llamar a la zona "the Hook". A la altura de 1839 presentaba la mayor concentración de burdeles de toda la ciudad -que ya es decir- con la notoria cifra de 87. Algunas de las prostitutas del lugar llegaron a ser muy famosas como Helen Jewitt (cuyo asesinato fue sonadísimo) o Madam Eliza Jumel que llegó a ser la mujer más rica de América y se casó con el tercer Vicepresidente de los Estados Unidos, el señor Aaron Burr.
Bueno, a finales del siglo XIX los astilleros cerraron y se acabó el tinglado. Se drenó el pantano y en 1895 se abrió ese parque del que hablaba al principio, el Corlear’s Hook Park. Al lado se levantaron unos edificios de protección oficial que en USA se llaman "projects".
No crean que todo esto se olvidó. En inglés una forma de decir prostituta es "hooker" y el origen de la palabra es este viejo barrio de Nueva York. Hay una leyenda urbana -falsa, como todas las leyendas urbanas- que circula por ahí acerca de una cuadrilla de mujeres que acompañaba a la división del general unionista Joseph Hooker durante la Guerra de Secesión. El tipo era un putero legendario pero lo del nombre es mera coincidencia.
En una ocasión Eleanor Roosevelt dio un discurso en el parque que hasta los años 70 tenía un bonito edificio de teatro que fue demolido. Creo que los árboles son olmos; mucha gente no sabe que este género está en peligro de extinción por culpa de un escarabajo que porta la llamada grafiosis o "enfermedad holandesa" que alcanzó en 1931 a los Estados Unidos y a España en los 80. La población mundial de este árbol ha decrecido entre un ochenta y un noventa por ciento.
Así que mi recomendación a los newyorkinos es que se acerquen al parque y se hagan una foto con un olmo. Quizás pronto ya no puedan.
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