lunes, 4 de julio de 2016

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Ésta será la última nota del viaje antes de regresar a Nueva York; estoy en la cola del vuelo a Ginebra, la primera de un par de escalas. Será apenas un poco de tedio, nubes y comida recalentada.

Quería concluir diciendo que los viajes están llenos de picaduras de mosquito, billetes perdidos, esperas por un bus que no llega, incertidumbres, malas elecciones para comer, teléfonos sin batería y bañadores que escuecen. Las mochilas pesan y se suda y las tarjetas se quedan sin memoria o una lente va y se desmonta. No crean que esos infortunios son algo malo. Yo lo daría todo porque todos los días se le rompiese a Cecilia la sandalia al bajar de la montaña juntos (como de hecho pasó, pero ella es argentina y tenía un alambre).

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