Me paré en un portal a esperar a que amainara un poco; oía tu voz cerca, en el teléfono; nos reímos; no muy lejos, en la esquina, unos pandilleros gordos apuraban sus cervezas bajo un toldo; enfrente había bidones de basura para reciclar; calle arriba suelo mojado y charcos y gotas en los escaparates; tu voz seguía ahí; de repente, sin saber de dónde salió, pasó una chica rubia -pelo mojado- descalza, camiseta de tirantes -también mojada- y una flor en la mano -de tallo largo-; miré cómo se alejaba -en la lluvia-.
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