Cruzábamos las montañas de Jordania en coche, nivel de gasolina bajo, perdidos en carreteras sin nombre, ni un alma, ni una casa, ni una luz. La luna llena. Las montañas azules. Dos veces nos paramos un rato largo para ver las estrellas y la sombra del cielo en las cimas. Incluso nos tiramos en la carretera caliente con el sonido residente del coche apagado -como si fuese un enano al que le cuesta morirse-.
La presencia de las montañas te llevaba a una vida que no existe.
Hasta que vimos un chacal. Pero esa es otra historia -y larga-.
sábado, 30 de mayo de 2009
viernes, 29 de mayo de 2009
jueves, 28 de mayo de 2009
miércoles, 27 de mayo de 2009
Hombre
Este fue el día que Coco se vino con nosotros. Nos lo encontramos en la cuneta de una curva donde nos había dejado un autobús. Me acerqué a una caseta a hacer un par de fotografías, unos hombres jugaban a algo con monedas en el suelo, como a las canicas o así. En el puesto una niña bebía leche y vendía cervezas San Miguel. Éste, un peregrino, miraba la escena concentrado. Cuando volví Melina estaba asustada porque un perro no la dejaba en paz. Nos pusimos a andar, queríamos cruzar los montes campo a través hasta llegar a un pueblo construído sobre una montaña con un templo en la cumbre. Caminamos y el can nos siguió. Yo llevaba galletas en el bolsillo y le di una. Movía la cola alegrísimo. Nos encariñamos rápido, de modo que él iba abriendo el paso, intuía a dónde íbamos a pesar de que estuviese lejos. Cuando parecía desaparecer luego resultaba que estaba esperando tras una loma. Éramos como viejos amigos que se las saben todas uno del otro.
Llegamos al pueblo pero Coco sabía que no debía entrar. Se puso a chispear y volvimos a por él. Estaba esperando allí, bajo la lluvia, solo.
A veces pienso en Coco, me pregunto qué estará haciendo allí lejos, en el Himalaya.
martes, 19 de mayo de 2009
viernes, 15 de mayo de 2009
Petra
edu estaba sentado : en la tumba : disfrutando del peso de la montaña sobre su cabeza
se puso a cantar : imagino el eco en las paredes : porque yo no estaba allí : entró gente en el lugar : le escucharon : dejaron sus cosas : se pusieron a cantar : juntos
entretanto Ramón subía cientos de escaleras sudando bajo el sol y disfrutando el dolor en los músculos del cuerpo, buscaba algo que nunca encontró
se puso a cantar : imagino el eco en las paredes : porque yo no estaba allí : entró gente en el lugar : le escucharon : dejaron sus cosas : se pusieron a cantar : juntos
entretanto Ramón subía cientos de escaleras sudando bajo el sol y disfrutando el dolor en los músculos del cuerpo, buscaba algo que nunca encontró
Mar Muerto
En el Mar Muerto flotas sin más. Es una cosa bastante tonta, entras en el agua y de repente no te hundes, puedes incluso apoyarte sopre el pecho y levantar brazos y piernas como cuando te tiras en paracaídas. El agua es aceitosa, muy tóxica. Notas una especie de aura de fuerza a tu alrededor, es la sal que quiere entrar en ti. Una sola gota en tu boca y te jodes de verdad. Imaginad lo bien que lo pasé yo que metí la cabeza -haciendo el muerto- y me entró por la nariz.
Tuve cinco minutos de ingravidez, la sensación era tan desagradable que el mundo dejó de ser mundo, lloré, contuve las ganas de vomitar, todo dando vueltas y un retorno al pasado y al futuro fundido con una poderosa sensación interna de que me estaba muriendo. Al mismo tiempo me sentí mejor que nunca, me reí -nos reímos, que Edu no paraba-, maldije, escupí, me cagué en dios y por la ranura de un ojo, poco a poco, se hizo la luz.
Tuve cinco minutos de ingravidez, la sensación era tan desagradable que el mundo dejó de ser mundo, lloré, contuve las ganas de vomitar, todo dando vueltas y un retorno al pasado y al futuro fundido con una poderosa sensación interna de que me estaba muriendo. Al mismo tiempo me sentí mejor que nunca, me reí -nos reímos, que Edu no paraba-, maldije, escupí, me cagué en dios y por la ranura de un ojo, poco a poco, se hizo la luz.
martes, 12 de mayo de 2009
domingo, 10 de mayo de 2009
Dos chicas
Me paré en un portal a esperar a que amainara un poco; oía tu voz cerca, en el teléfono; nos reímos; no muy lejos, en la esquina, unos pandilleros gordos apuraban sus cervezas bajo un toldo; enfrente había bidones de basura para reciclar; calle arriba suelo mojado y charcos y gotas en los escaparates; tu voz seguía ahí; de repente, sin saber de dónde salió, pasó una chica rubia -pelo mojado- descalza, camiseta de tirantes -también mojada- y una flor en la mano -de tallo largo-; miré cómo se alejaba -en la lluvia-.
jueves, 7 de mayo de 2009
Hombre y niña en un carro
Hoy durante un buen rato sentí que las paredes del estudio se cerraban sobre sí mismas : me levanté : con una excusa : fui a lavarme la cara : en un mundo silencioso : de aires acondicionados : moqueta gris : miré por la ventana : apoyé la mano y acerqué la nariz al cristal : más silencio : respiré : un paisaje terrorífico de orden y concierto : coches caros : chalés : setos : jardines privados : cerré los ojos y recordé la India, el olor rancio de sus calles abarrotadas de ruido y caos, suciedad acumulada, voces, elefantes, motos, mujeres con saris de colores y yo con mi gorra sucia, mi barba fea, mis gafas rotas y mi corazón tranquilo.
Oí una voz : Ramón : qué haces : nada : sólo miro por la ventana : vuelvo al sitio : pasillo y puerta : moqueta gris : aires acondicionados : orden : concierto : en un mundo silencioso
martes, 5 de mayo de 2009
...
Hay que decir que nos llevó mucho tiempo ser inseparables. Él siempre lloriqueando por las esquinas y yo siempre haciéndome el duro. El guapo -él- y el listo -yo-, decíamos. Entre los dos lo sabíamos todo. Nos pasamos años compitiendo, discutiendo, días sin hablarnos, gritándonos, que yo me voy, pues vete, a la mierda, vale, hala, eso.
Y descubro que quiero a este idiota justo ahora mismo mientras escribo a oscuras en esta habitación mugrienta de tres dinares la noche, el colchón en el suelo, sus ronquidos llenándolo todo sin dejarme pegar ojo. Pienso en darle un golpe fuerte pero algo me retiene, hay que joderse. Así que me tapo la cabeza con la almohada.
Y descubro que quiero a este idiota justo ahora mismo mientras escribo a oscuras en esta habitación mugrienta de tres dinares la noche, el colchón en el suelo, sus ronquidos llenándolo todo sin dejarme pegar ojo. Pienso en darle un golpe fuerte pero algo me retiene, hay que joderse. Así que me tapo la cabeza con la almohada.
Sin título
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