domingo, 31 de julio de 2011

ciudad


Anoche se me olvidó apagar el aire acondicionado y me fui a dormir. Hubo mucho viento en los sueños y luego Jesús y yo nos teníamos que disfrazar de dinosaurios y venía un negro en un ascensor de estos de las películas de Brooklyn y decía que nos lavaba la ropa muy barato, alguien aceptaba -yo no- y le daba toda la colada en dos bolsas de basura; yo, más listo que nadie, seguía al negro y llegábamos -espiado y espía- a una especie de planta industrial donde el tipo tiraba las bolsas a un contendor. Ya sabía yo, pensé; pero para mi sorpresa el contenedor tenía una salida a una lavadora gigante. Tras la lavadora había miles de piezas de ropa colgadas en perchas pulcramente etiquetadas. ¿Cómo demonios distinguen de quién es la ropa? ¿Qué sistema usan? Eso lo pregunté en alto. Porque esto es un sueño, respondió Jesús apareciendo de repente.

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