No hay nada como tratar de mear en un cuarto de banio de un ferry express. El barco va saltando literalmente y solo llegar al servicio tiene su parte de aventura. Te agarras a las paredes, caes de lado, tropiezas, aranias el techo, chocas con la puerta y finalmente te amarras a lo que puedes mientras vuelas como un munieco de trapo sin control. Pues lo mismo pero con la polla fuera en un espacio de dos por un metros e intentando acertar.
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