lunes, 15 de enero de 2007

Montañas


Últimamente me fastidia un poco que ante la grandeza de unas montañas rodeadas de nubes, frente al mar en invierno o con la visión de cualquier cosa insólita alguna gente piense en su existencia, lo que ha hecho, lo que no ha hecho y lo mucho que le gusta vivir. Sinceramente prefiero el olor del pan, el tacto de unas sábanas recién cambiadas o esa sensación indescriptible de lavarse la cara en agua fresca. Serían las cosas sencillas las que echaría de menos después de muerto, si pudiese.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Echarías de menos tantas cosas que no podrías enumerarlas... sencillas y complejas... hablar, escuchar, ver y sentir lo que ya no está... o quien ya no está... mirarías atrás, tendrías un momento de pena, llámalo nostalgia y continuarías tu camino a quién sabe dónde... quizás con una sonrisa en los labios.
La grandeza de las cosas depende de los ojos de quien mira.
:)

Anónimo dijo...

Ramón, tu comentario me hizo pensar en el disfrute de las pequeñas cosas accesibles. Y entonces comencé a pensar en el sabor del chocolate deshaciéndose en mi boca, el olor del café recién preparado, el perfume de los jazmines, la visión de las flores... muchas cosas más... y entre ellas tus fotografías que me hacen viajar y recorrer el mundo... y entonces recuerdo imágenes de lugares donde nunca estuve y quizás nunca estaré, es como cuando conoces una canción porque la cantaba un amigo y nunca escuchaste la versión original.
N.