El otro día me encontré en un libro una carta de amor. Yo era el destinatario pero no conseguí recordar quién me la había escrito. De la impresión me tuve que sentar en el suelo. Luego estuve mirando otros libros que he leído pero apenas sé de qué tratan, álbumes de fotos con personas de las que ni siquiera sé el nombre o quiénes eran y revisando viejos diarios en los que entiendo mi letra pero no lo que digo, casi como si hubiese sido otro el que vivió mi vida, consiguió mis logros o cometió mis errores.
Me acosté pensando en las fotos de Praga. Llegará un día en el que me pregunte qué hacía yo en este bosque.
1 comentario:
La mente también acaba siendo como un bosque...Tantos árboles, tantos recuerdos y si no los marcas de alguna forma todos parecen el mismo!
un saludo ;)
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