>> En general me defino como una persona anti-nacionalista porque me parece pobre esa necesidad de poner etiquetas y barreras, ya no digamos el considerarse mejor que otra persona por ser de aquí o allí. Esto no sólo se refiere al nacionalismo catalán o gallego sino también al español, europeo, americano o zulú. A pesar de esto me parece que la respuesta del Gobierno a la reclamación catalana es inmensamente lamentable y que el verdadero problema que tiene que resolver no es el cómo detener un referéndum ilegal sino el cómo convertirlo en legal. Si la Ley no lo permite pues se cambia la Ley, que para eso la hemos escrito nosotros, no ha caído del cielo impresa en tablas de adamantium en un meteorito estelar. Veo con estupefacción que los medios de comunicación "españoles" se dedican a difamar con todo lo que tienen a los catalanistas de pro, hoy sin ir más lejos me dio la risa loca al ver que El Mundo publicaba un artículo sobre el tatarabuelo de Artur Mas informando de su condición de esclavista ¿Tenemos tres años o qué? Anacronismo aparte ¿es responsable este señor de los actos de sus antepasados? ¿acaso eso le deshonra de alguna manera? Que nos detengan a todos porque la estadística dicta que algún ancestro suyo o mío o mutuo violó a alguien durante el siglo XVII, pasó a varios por la espada en el medievo, injurió a algún morisco o judío, robó o faltó al saludo en tiempos del Imperio. En fin, que no me da la gana de considerar a los catalanes como unos pobres desgraciados mal aconsejados. Que voten. Y si es que no, pues seguimos con la Liga. Y si es que si, pues tendré un sello más en el pasaporte cuando les visitemos en enero para comer unos calçots en la Costa Brava. Y todos felices.
>> Sigo con mis clases de francés en el Empire State. Se entra por una puerta giratoria en la calle 34, hay un pasillo de tres pisos de altura estilo art decó con formas geométricas doradas y plateadas sobre negro. Hay empleados uniformados de rojo por doquier, tres de ellos tras una mesa gigante llena de monitores donde te toman una foto y te dan un código de barras. Te escaneas y pasas unas puertas rotatorias y en una pantalla táctil pulsas el piso que quieres. Sesenta y tres. La pantalla brillante te dice qué ascensor te lleva ahí, hay diez (de setenta y dos totales). Entras y no tiene botones ni nada, sólo un número que indica en qué planta estás. Sales, literalmente, disparado arriba. Al llegar mareado por la velocidad y el patrón anisotrópico de la puerta, se abre un lugar en obras con muros viejos, viejos tubos de correo, cañerías vistas, pasillos mal iluminados, puertas gastadas y apariencia años cuarenta. Todo parece escaso hasta que ves una ventana y el sol se está poniendo sobre Nueva York y hay miles y miles de azoteas brillando con luz anaranjada, mortecina y otoñal. Je pense que c'est très agréable. Bien que les murs, ceux de Lugo.
>> Esta semana me crucé con un negro de dos metros, gigante, con traje de ejecutivo y un chupete de bebé en la boca. También con una señora con la cara pintada de rojo, con una polinesia con un papagayo y un tipo que bailaba solo mientras esperaba a que el semáforo se pusiese blanco. En Nueva York hay de todo menos semáforos con hombrecitos verdes.
>> Estoy en el supermercado comprando jamón serrano y hay un tipo a mi lado eligiendo unos chorizos. Tiene dos en la mano y mientras revisa la etiqueta de uno, le llaman por teléfono.
-¿Si, amor?
(ruido en el teléfono, alguien hablando)
-Si, estoy aquí en Grand Central comprando queso.
>> Sigo con mis clases de francés en el Empire State. Se entra por una puerta giratoria en la calle 34, hay un pasillo de tres pisos de altura estilo art decó con formas geométricas doradas y plateadas sobre negro. Hay empleados uniformados de rojo por doquier, tres de ellos tras una mesa gigante llena de monitores donde te toman una foto y te dan un código de barras. Te escaneas y pasas unas puertas rotatorias y en una pantalla táctil pulsas el piso que quieres. Sesenta y tres. La pantalla brillante te dice qué ascensor te lleva ahí, hay diez (de setenta y dos totales). Entras y no tiene botones ni nada, sólo un número que indica en qué planta estás. Sales, literalmente, disparado arriba. Al llegar mareado por la velocidad y el patrón anisotrópico de la puerta, se abre un lugar en obras con muros viejos, viejos tubos de correo, cañerías vistas, pasillos mal iluminados, puertas gastadas y apariencia años cuarenta. Todo parece escaso hasta que ves una ventana y el sol se está poniendo sobre Nueva York y hay miles y miles de azoteas brillando con luz anaranjada, mortecina y otoñal. Je pense que c'est très agréable. Bien que les murs, ceux de Lugo.
>> Esta semana me crucé con un negro de dos metros, gigante, con traje de ejecutivo y un chupete de bebé en la boca. También con una señora con la cara pintada de rojo, con una polinesia con un papagayo y un tipo que bailaba solo mientras esperaba a que el semáforo se pusiese blanco. En Nueva York hay de todo menos semáforos con hombrecitos verdes.
>> Estoy en el supermercado comprando jamón serrano y hay un tipo a mi lado eligiendo unos chorizos. Tiene dos en la mano y mientras revisa la etiqueta de uno, le llaman por teléfono.
-¿Si, amor?
(ruido en el teléfono, alguien hablando)
-Si, estoy aquí en Grand Central comprando queso.
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