martes, 30 de junio de 2015
lunes, 22 de junio de 2015
viernes, 19 de junio de 2015
jueves, 18 de junio de 2015
martes, 16 de junio de 2015
lunes, 15 de junio de 2015
jueves, 11 de junio de 2015
miércoles, 10 de junio de 2015
martes, 9 de junio de 2015
martes, 2 de junio de 2015
...
Cuando ibas al trabajo lo hacías en tren. Solías salir de casa en la
calle 36 y caminar por la avenida Madison hasta la 42 y girar hasta
Grand Central. Te gustaban aquellas calles larguísimas donde la gente y
los coches y las ventanas formaban un mosaico extraño pero, sobre todo,
te encantaba entrar en la estación: sus techos altos, sus capiteles y
aquel crudo y amargo contraste de turistas, colas, gente trajeada
corriendo ocupadísima, personas perdidas y pobres sin techo durmiendo en
el suelo y rebuscando en la basura.
El propio edificio -si lo mirabas más de cerca- ilustraba aquel mundo loco bipolar. Las bóvedas brillaban reflejadas en los suelos de mármol, los arcos eran majestuosos y una luz invisible y bonita entraba por las vidrieras gigantes; pero por debajo, en las entrañas de la estación, estaba el subsuelo oscuro y abrasador de las vías negras con basura acumulada, muros rotos podridos tiznados, columnas mal orientadas y cimientos pesados que se perdían en la vista de túneles y pasadizos de aire aceitoso.
Era bonito y feo a la vez.
El propio edificio -si lo mirabas más de cerca- ilustraba aquel mundo loco bipolar. Las bóvedas brillaban reflejadas en los suelos de mármol, los arcos eran majestuosos y una luz invisible y bonita entraba por las vidrieras gigantes; pero por debajo, en las entrañas de la estación, estaba el subsuelo oscuro y abrasador de las vías negras con basura acumulada, muros rotos podridos tiznados, columnas mal orientadas y cimientos pesados que se perdían en la vista de túneles y pasadizos de aire aceitoso.
Era bonito y feo a la vez.
sin título
Ayer una amiga y yo hablábamos de lo que la gente comenta cuando ve tus
fotos. La realidad realidad es que nadie comenta nada, casi nunca. Es
decir, yo sé que las veis, incluso creo que os gustan, pero que sepáis
que este es un camino solitario por el desierto bajo el sol, sin agua y
sin palmera.
Ni siquiera hay tormentas de arena o un mísero buitre que de cuenta de mi cadáver el día que toque.
Ni siquiera hay tormentas de arena o un mísero buitre que de cuenta de mi cadáver el día que toque.
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