Atardecía cuando visteis unas serpientes de ceniza que zigzagueaban delante del coche. Y de repente no se veía una mierda y no sabías si parar o seguir en aquella niebla negra. Recuerdas que el viento azotaba desde la derecha. Se apagó la música. Como en un sueño, avanzasteis sin saber lo que os esperaba delante.
Tan rápido como había llegado la ceniza se fue y el cielo volvió a ser azul oscuro. Echasteis tanto de menos el misterio y el miedo que disteis la vuelta.
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